jueves, 17 de marzo de 2011

El cuento: género literario que nunca está en silencio

INSTANTÁNEAS

Raúl Bravo


El cuento es como una piedra
que cae en un estanque.
Juan José Manauta


Si existe algo que el escritor Alberto Chimal conoce de sobra, es el hecho de que una de las maneras más efectivas no sólo de pensar sino de historiar el género cuentístico es imaginándolo.

Hecha esta aclaración, aprovechamos la estancia de Alberto Chimal en la ciudad de León, con motivo del diplomado en creación literaria que se imparte en la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, para conversar con el escritor sobre la salud que guarda este género que recoge los mejores logros de la tradición y las técnicas de la narración fantástica.
La obra de Chimal de un manejo preciso del lenguaje, y que no descarta cierta dosis de ironía y sentido del humor, es un caso excepcional entre los escritores mexicanos por su originalidad, y lo cuidadoso de los sueños, los deseos, las obsesiones, los anhelos y los temores de lo que él mismo define como esa “insolencia del alma” que se hace escuchar.

¿Cuál es el estado de salud del cuento en la literatura mexicana?
Me parece que la situación actual del cuento es una situación muy ambigua. Se están haciendo cosas muy interesantes, pero por desgracia no se les está teniendo el caso debido. Llevamos como quince años de una especie de colonización por parte del mercado español y la presunta globalización del medio literario. Esto ha generado esta especie de consagración de la novela como el único género que vale la pena promover desde el punto de vista comercial. Esto también ha ocasionado no solamente que se ignore o ningunee al cuento, sino que entre muchos autores establecidos y también entre muchos aspirantes se cree en la idea de que lo que hay que escribir es estrictamente novela y evitar todo lo demás porque no vende. Yo he escuchado a colegas que lo aconsejan como regla de trabajo literario, lo cual me parece muy triste. Y sin embargo, no se deja de escribir cuento. De hecho, yo diría que se escribe más cuento que nunca, lo que pasa es que ahora circula por otros lugares. Tiene que moverse por editoriales independientes, tiene que irse por Internet. Y si bien no todo lo que se publica ahora vale la pena, sigue habiendo por lo menos una proporción de cosas interesantes. En fin, esto es así. Yo creo que siempre ha sido así. Creo que a veces cuando miramos otras épocas, y vemos los grandes obras de esas épocas, tenemos la ayuda del tiempo que ya borró todo lo que no valía la pena y que era contemporáneo de aquello. Ahora, sumergidos en el presente, a lo mejor cuesta más trabajo distinguir lo que vale la pena de lo que no, pero yo estoy convencido de que ahí está.

¿Cuento o novela?
Para mí, cuento. Con esto intento decir que espero no dejarlo nunca.


¿Blog o twitter?
Ésa es una pregunta más difícil. Yo creo que si lo englobas en decir: ¿Internet o no Internet? Yo te respondería que sí Internet. Decir blog, decir facebook, o decir twitter, es como mencionar un servicio o una alternativa de comunicación dentro de un medio más grande que es la red. El día menos pensado desaparece twitter como desaparecieron tantas otras cosas, como desaparecieron las páginas personales, que eran la moda hace diez años. Lo que yo creo que no va a desaparecer es el medio en sí mismo, aunque el medio como experiencia social está tendiendo a lo cada vez más pequeño, lo cada vez más nimio, lo cada vez más inexpresivo. Leí el otro día en alguna parte que para la mayor parte de la gente la capacidad de expresión de la red se está reduciendo cada vez más, hasta el mínimo: de la página personal al blog, de twitter al botón “Me gusta o No me gusta” de face. Pero esto no quiere decir que el medio en sí sea eso lo único que pueda hacer, ni tampoco quiere decir que se quede uno sin herramientas. Por ejemplo, para mí el blog como herramienta expresiva me parece mucho mejor que el Twitter. El Twitter es un laboratorio para hacer ciertas cosas con ese formato mínimo forzado, pero no todo lo que yo quiero hacer es posible en twitter. Entonces, aquellas cosas que no se pueden hacer ahí, no las hago. Busco el modo de hacerlas en un lugar y llamar la atención sobre ellas.


¿Ítalo Calvino o Borges?
Borges.


¿En qué soporte está Alberto Chimal más a gusto?
Más bien, no ha llegado el soporte que me sea totalmente ajeno, totalmente hostil. Lo único que no puedo hacer es escribir en máquina mecánica, cuando adolescente tenía serias dificultades para escribir en ese tipo de máquinas. Todavía las tengo. Se me atora los dedos entre las teclas, como los tengo muy delgaditos…, una cosa muy desagradable. Si no hubiera llegado las computadoras personales, habría tenido que escribir a mano como escritor del siglo dieciocho.
Ahora ya nadie se acuerda de esto, pero en los inicios de los noventa, finales de los ochenta, había una gran polémica acerca de la gente que escribía en computadora y todos los escritores que eran famosos entonces, decían: “No, no, yo escribo en cuaderno. Yo, con la pluma.” Ahora ya a nadie le importa, y a mi me llamaba mucho la atención esa polémica, porque para mi la computadora fue liberadora. Pude hacer muchísimo más en cuanto tuve un procesador de texto. Creo que no tengo por qué avergonzarme de eso, digo. Y menos a estas alturas.


¿El escritor, un ilusionista?
Sí, claro.


¿En dónde está la literatura mexicana en este momento?
Está en un lugar muy complicado. Está dividida, creo yo, entre muchas opciones diferentes, ninguna de las cuales tiene que ver con los escritores. Por un lado, se le tienta a ser estrictamente una productora de contenidos, es decir, integrarse de lleno en el poco o mucho mercado que pueda haber y renunciar a todo lo que pudo haber tenido de creación artística o significación social. Por el otro lado, también se le tienta y, en especial a la narrativa, con la posibilidad de convertirse como lo fue durante otras épocas en sucursal del periodismo. Ahora, esto que se dice con frecuencia por parte de los mismos escritores: que la realidad nacional se ha vuelto tan compleja y tan rara que ninguna ficción la podría englobar. Y eso se dice como una especie de presunción o de vanagloria, porque se trata de escritores que se dedican a hacer novelas sobre narcos o sobre política, me parece una renuncia terrible. Me parece que decir eso es negar la capacidad de la literatura para hacer lo que puede hacer, es restarle toda credibilidad y todo sentido. Si la literatura tiene como misión describir la realidad, si el periodismo lo puede hacer mejor que la literatura, pues entonces para qué queremos literatura. Es decir, si ya tenemos a Guillermo Osorno y ya no a Guillermo Prieto, así como a Miguel Angel Granados Chapa, y si ellos son los que mejor lo pueden hacer para qué queremos otra cosa. Me parece que es incluso en muchos casos más que un poco oportunista, un poco cobarde. Entiendo que es también una idea que proviene en más de un caso de un contexto difícil de sobrevivir, en un medio, una cultura tremendamente hostil a la literatura. Está formada por la televisión, además por una televisión malísima, de pésima calidad, que fomenta en muchos casos una actitud acrítica, sumisa, intolerante en muchos aspecto, pero no creo que esa sea la opción. Lo único que está logrando con eso es un poco de atención a corto plazo, pero mientras persista digamos la crisis estructural y educativa de este país, lo único que se está haciendo es como acompañar a la sociedad en una travesía que pudiera resultar muy profunda y temible. Todavía no llegamos al nivel de descomposición social de Somalia, de Sierra Leona o de alguno de esos países de África, pero vamos aunque sea despacito en esa dirección. Lo triste es que nada de estas posturas literarias sirven para contener eso.


Última pregunta: ¿Estamos viviendo el “contrataque” de los subgéneros?
De algunos de los subgéneros. Durante décadas la novela policíaca fue despreciada. Ahora es el centro de la literatura nacional. Pero lo es no por razones literarias sino noticiosas. Y ahora un montón de personas que en otras épocas jamás se hubieran acercado a lo policiaco, lo están haciendo como si en verdad lo hubieran hecho toda la vida. Yo creo que ahora lo policiaco es lo equivalente a la novela de la revolución del siglo pasado. (León, Gto. 25 de febrero de 2011)


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